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Los testimonios

El testimonio de su hermano Nimatullah (su juventud) :
        “Somos cuatro hermanos: Nimatullah, Sarkis, Haykal y Yusef que es el benjamín, el grano de trigo, y el inocente ángel de la casa. Había tomado el espíritu de la calma, el silencio, la esencia de la virtud y la devoción de la leche de la madre. Estaba apasionado por el culto de la Virgen María. Aprendió los rudimentos de la lectura y la escritura en la escuela del pueblo. Participaba a menudo a la Santa Misa. Hacía pastar al ganado en el campo con sus pequeños amigos con los cuales se refugiaba en la capilla de San Saba para rezar largamente. Cuando volvió fuerte, se puso a ayudarnos en el trabajo a mano en nuestros terrenos. Era robusto y fuerte. Nuestro padre murió cuando tenía quince años, por eso fui como su padre y tenía compasión de él. Por la noche, recordaba a la familia que rezaba. Era audaz, no temía a nadie cuando era una cuestión de derecho y verdad. Era él quien hizo salir la fuente que se llama la “fuente del tejón” del seno de la piedra para nosotros. Es que vio a un animal entrar bajo de esta piedra, lo siguió hasta que lo atrapó, en aquel momento sintió que había agua allá. Entonces se puso a hacerle surgir, y así apareció la fuente que gracias a el y a nuestro querido hermano volvimos en medio de un paraíso. Una de sus características era la huida de las veladas y reuniones nocturnas. Solía quedarse a casa.
        Al tener dieciséis años, se retiró a escondidas al monasterio de Kfifan para ingresar a la Orden, y eso fue en 1905. Le seguí para hacerle regresar a casa, más bien para poner a prueba la autenticad de su vocación.  Me dijo: “Hermano vine aquí y aquí muero.” Venía raras veces a nuestro pueblo. Es una nota biográfica que la deja entre sus manos y estoy dispuesto a prestar juramento si es necesario.”

El testimonio de su sobrino Musa Sarkis Nimatullah Nehme :
        “Mi tío el monje fray Estefan era desinteresado y conservaba la virtud de la pobreza sagrada, y la prueba es que cuando construimos una habitación, mi tío el fraile nos trabajó la madera de las puertas y las ventanas. Cuando terminó su trabajo dijo a mi padre: “La madera de las puertas y ventanas ha costado dos Liras que vas a pagar, cuanto a mi pago, he pedido al Padre Superior que no le cobra.” Alguien le dijo: “Deje estas dos Liras también por tu hermano y su familia.” Respondió: “No quiero que entra a su casa nada de los bienes de la Iglesia.” Sé también que su manera de tratar con la gente era buena y satisfactoria. No ofendía a nadie, y si supe que había una disputa entre dos corrió para calmarles y resolver el problema. Siempre repetía: “Dios me ve” porque era un monje ejemplar.”

El testimonio de Yuhana Barakat Nehme, su vecino y amigo de juventud :
         “Cuando era pequeño, deambulaba con fray Estefan para hacer pastar al ganado. Me encantaba por sus discursos atrayentes y me contaba sobre los martirios y santos, especialmente los monjes. Sentía que estaba acompañado por un monje que solía repetir: “Dios me ve”. Rezábamos en la capilla de San Saba y la ornábamos con flores, especialmente en su bendito día de fiesta. Nos apartamos de sus hermanos cuando quería rezar en casa, huía a la sombra del roble como su padre San Charbel Makhlouf, a fin de quedar en libertad para rezar como le gusta.
        Se apartó de mí en su juventud, y se puso a trabajar duro con sus hermanos en los viñedos y a labrar la tierra. Un día me sorprendí a saber que dejó el pueblo a escondida para ir al monasterio de Kfifan con el propósito de volver monje, es que ya había sido monje cuando estaba en el pueblo y antes de ingresar a la Orden. Nuestra separación me entristeció, fui a visitarle de vez en cuando y cada vez mostraba compasión e atención por mis intereses. Después de su muerte, escuché que muchos milagros tenían lugar sobre su tumba por su intercesión cerca de la Madre Divina María a la que se consagraba mucho y rezaba oraciones especificas para venerarla y venerar su Hijo el Salvador y Redentor.”

El testimonio del monje Jirjis Nehme de Lehfed (Su ingreso a la Orden) :
        Había pasado nueve años en la compañía de mi pariente, fray Estefan en el monasterio de La Señora de Mayfouk. Durante los cuales yo estaba el administrador de los bienes del monasterio, y él el “jefe de campo”. Testigo que su vida era angélica, organizada, y calma. Era un modelo a seguir en todos sus comportamientos. No sé como describir la vida de este monje que estaba mezclada con la ternura y bondad. Daba consejos e instrucciones a los labradores que trabajaban con él.
        ¿Como voy a explicar su amor, bondad, y ternura hacia los necesitados? Me acuerdo de que los padres de un niño de pecho murieron durante la guerra mundial. Fray Estefan entró llevando la comida y vio el niño tetando el seno de su madre mientras que estaba muerta. La escena le afectó: llevó con ternura al niño entre sus brazos al cobertizo del campo y se puso a cuidarle muy bien. Le dio leche directamente de la teta de la vaca lechera e hizo lo mismo con un grupo de sus compañeros miserables. Quedó cuidando de ellos hasta que escaparon sanos y salvos de la guerra. Cuando el monasterio de Mayfouk racionó el pan y dio al monje cuatro barras, fray Estefan comía un pan y distribuía los tres a los pobres. Cuando la hora de la oración llegaba mientras que estaba en el campo, se apartaba para hacer sus devociones. Adelantaba a todos a llegar a la iglesia, participaba en varias misas sin dejar de hacer sus meditaciones diarias. Conservaba las propiedades del monasterio y trabajaba sin interrupción y sin jamás perder tiempo.
        Cuando estaba en Mayfouk, había 73 monjes que al verle le abrazaron con amor porque cada noche cuando regresaba del campo solía pasar por sus celdas para checarlos con amor y ayudar a los ancianos a proveer sus necesidades.”

El testimonio del padre Boutros Zahra :
        “Soy padre Boutros Zahra, de la Orden Libanesa, había quedado en el monasterio de La Señora de Mayfouk por aproximadamente un año y medio, tenía entonces veintiuno años. En el monasterio mencionado había, entre muchos, el bienaventurado fray Estefan de Lehfed que estaba responsable de la administración de las propiedades del monasterio y de la agricultura (jefe de campo) y su explotación, de tal manera que proporcionaba las provisiones de todo el monasterio por un año completo, así no tenían que comprar nada por todo el año.
        Cada día, se despertaba muy pronto, participaba en dos misas antes de la meditación a la que luego asistía, salía a preparar las herramientas del campo con los cuatro labradores que caminaban conduciendo a cuatro pares de vacas, y él caminaba detrás de ellos con el rosario en mano hasta el comienzo del trabajo. Entonces ponía su rosario sobre una piedra, sembraba para ellos el terreno que tenían que cultivar, y regresaba a su rosario. Se quedaba así hasta el fin del día, entonces los labradores reunían las herramientas, la llevaban y traían las vacas para regresar. Fray Estefan recitaba su rosario caminando detrás de ellos hasta llegar al monasterio donde entraba a la iglesia con el rosario en mano y no salía que hasta la hora de la cena. Después de la cena regresaba a la iglesia para rezar hasta la hora de dormir, entonces salía con el rosario en mano y entraba a su cuarto. ¿Pero cuanto tiempo rezaba en su cuarto? Solo Dios sabe.
        No había dicho ni una palabra hiriente a nadie. Si quería mostrar a alguien que no estaba satisfecho de él, le decía: “¡Que se quema tu demonio!”. Le había escuchado decir eso a menudo, por eso una vez le pregunte: “¿Maestro fray Estefan qué te ha hecho este demonio para quemarle siempre?” Me respondió con amabilidad sonriendo: “No lo estoy quemando. ¡Está inevitablemente quemado!” Todos los que estaban en el monasterio, padres y hermanos, se le consideraban un buen ejemplo a seguir. Eso es lo que supe de fray Estefan, lo declaro ante Dios y los hombres, y estoy dispuesto a prestar juramento si fuera necesario.”

El testimonio del padre Estefan Farhat de Jaje :
        “Había convivido con fray Estefan Nehme de Lehfed en varios monasterios, y era lo mismo en todos los monasterios, no cambió en nada su modo de vida espiritual o laboral. Durante la primera guerra mundial, el poder superior de la Orden tuvo que enviar los estudiantes a los monasterios para demorar allá hasta que la guerra terminara, entonces podrían volver a sus estudios. En ese año, en 1994, fue enviado al monasterio de La Señora de Mayfouk, cuando el padre Antonios Nehme de Lehfed estaba el superior del monasterio y fray Estefan estaba allá el “jefe de campo”. Siendo que ambos nos llevemos el nombre Estefan, siempre me llamaba “mi tocayo”. Solía visitarle en su taller de carpintería, cerca del campo, y hablábamos de la guerra y sus miserias, y muchas otras cosas, me sentaba en un tronco que lo había hecho como una silla para descansar, mientras que se consagraba a su trabajo. Me parecía muy decente y conservado en sus conversaciones, ropa y comportamientos. Cuando decía una palabra áspera, me llamaba: “¡mi tocayo!”, como si me advertía a controlar mis palabras, por tanto me disculpaba de él.”

El testimonio del padre Ignatios Dagher de Tannourine :
        “Había conocido fray Estefan el novicio y el monje, porque yo era maestro de los novicios, el Superior del monasterio de Kfifan y el Prior General. Conocí en él un verdadero espíritu monástico, era un ejemplo vivo del respeto de los votos: obediencia, castidad y pobreza. Era hábil, inteligente, arreglaba los asuntos con sensatez, y respetaba el tiempo. Obedecía completamente a sus superiores y amaba a su madre la Orden.

El testimonio del señor Yusef Tannous Daou :
        “Fray Estefan era un buen ejemplo a sus compañeros jóvenes, modelo de conducta en la obediencia a sus padres y hermanos mayores, en la constancia en la participación a la misa cada mañana, y en el cumplimiento de sus obligaciones religiosas con precisión y animo.
        Cuando fray Estefan murió y las noticias de sus milagros se propagaron, fuimos a visitar su tumba bendita y queríamos verle. Después de lo haber hecho, pensamos que estaba durmiendo calmamente. Una de las señoras que acompañaban la delegación había tomado un pelo de su cabeza o de su barba. Cuando querremos regresar, subimos al coche y el chofer trató de arrancarlo y empujarlo pero no movía, entonces el chofer volvió a tratar varias veces pero no consiguió hacerlo. El superior vino y preguntó aquella señora: “¿Qué hiciste?” Confesó todo, entonces el superior le dijo: “¿Por qué no había pedido una bendición? Se le hubiera dado….” En el mismo momento el coche arrancó fácilmente.”

El testimonio de la doctora Rose Elyan (su fallecimiento) :
        “El respetado Superior del monasterio, padre Ignasios Khachan, me ha encargado de examinar el cuerpo de fray Estefan Nehme de Lehfed que había muerto a la edad de cincuenta años, y fue sepultado en el monasterio de Kfifan el 30 agosto de 1938. He examinado el cuerpo del fraile mencionado y he encontrado todos sus órganos sanos y sin ninguna corrupción o deformación visible o falta salvo que un pequeño pedazo de su frente, al derecho. Aparece que una mano lo arrancó con el propósito de conservarlo para tomar bendición. Cuanto al color del cuerpo, es moreno, las extremidades suaves y casi naturales, igualmente la piel del abdomen y sus músculos. El pelo no había caído ni de la cabeza ni de la barba. Eso es lo que vi y me baso en eso parra dar este testimonio según mi conciencia, redactado en 29 septiembre de 1962.